El dolor te prepara para la alegría.
Arrastra violentamente fuera de tu casa
todo lo que hay en ella para que la nueva
alegría tenga espacio para entrar.
Agita las hojas amarillas de la rama de tu
corazón para que en su lugar crezcan hojas
nuevas y verdes.
Arranca las raíces podridas para que las raíces
nuevas ocultas debajo tengan espacio para crecer.
Siempre que un dolor agite tu corazón, llegará algo
mejor para reemplazarlo.
viernes, 28 de septiembre de 2007
Las pruebas y los sufrimientos
Publicado por
Mario Amieva Balseca