viernes, 14 de diciembre de 2007

Poner en juego todo lo que tienes ...

Puedes transformarte en guerrero sin ir a la guerra, no es necesario ir a la guerra. Toda la vida es una emergencia, y en todas partes hay enemigos, serpientes y animales salvajes feroces que te pueden atacar. Toda la vida es una guerra. Si estás alerta, verás que toda la vida es una guerra y que puedes morir en cualquier momento, de modo que la emergencia es permanente. Está alerta, como un guerrero, como si estuvieras entre enemigos. En cualquier momento, desde cualquier lugar, la muerte te puede saltar encima. No le permitas a la mente que intervenga. Sé un jugador: sólo los jugadores pueden dar este salto. Este salto es tal que aquellos que piensan en las ganancias no pueden darlo. Es un riesgo, el mayor de los riesgos; tal vez te pierdas, y tal vez no ganes nada. Cuando acudes a mí, tal vez pierdas todo y tal vez no ganes nada.

Repetiré uno de los dichos de Jesús: quien se aferre a su vida, quien procure conservarla, la perderá; y quien esté dispuesto a perderla, la conservará. Eso es hablar en el lenguaje del jugador: piérdela, ésa es la forma de conservarla. Muere, ésa es la forma de alcanzar la vida eterna, la inmortalidad.

Cuando digo hombre de negocios, me refiero a una mente astuta, calculadora. Que tu mente no sea astuta. Ningún niño es un hombre de negocios, y es difícil encontrar un viejo que no lo sea. Todo niño es un guerrero y todo viejo es un hombre de negocios. Cómo todo guerrero llega a ser un hombre de negocios es una larga historia; la sociedad toda, la educación, la cultura, el condicionamiento, te vuelven cada vez más temeroso, más lleno de miedo. No puedes correr más riesgos, y todo lo que es hermoso es riesgoso. El amor es un riesgo, la vida es un riesgo, Dios es un riesgo; y Dios es el riesgo más grande de todos.

No llegarás a nada con las matemáticas, sólo lo harás tomando el riesgo definitivo, poniendo en juego todo lo que tienes. Y no conoces lo desconocido; arriesgas lo conocido, no conoces lo desconocido. La mente negociante dirá: «¿Qué haces? ¿Pierdes lo que tienes por aquello que nadie sabe si existe o no? Conserva lo que tienes a mano y no anheles lo desconocido». La mente guerrera dice: «Lo conocido ya se conoce; ahora no hay nada allí. Se ha convertido en una carga, y acarrearla es inútil. Lo desconocido debe conocerse y debo arriesgar lo conocido por lo desconocido».

Osho: Un pájaro al viento, p. 220-221