miércoles, 3 de octubre de 2007

Afirmaciones para potenciar la abundancia mental

  • Merezco ser próspero y rico
  • Merezco cobrar por hacer lo que me gusta
  • El dinero es mi amigo
  • Yo soy suficiente y tengo suficiente
  • El hecho de que yo este presente es suficiente para obtener valiosos resultados.
  • Perdono a mis padres y al medico por el dolor que me causaron en mi nacimiento
  • Reconozco el amor que sienten ellos por mi y el que siento yo por ellos.
  • Ahora estoy preparado para triunfar
  • Me gusto a mi mismo y por lo tanto me gustan los demás
  • Mi riqueza contribuye a mi libertad y mi libertad contribuye a mi riqueza
  • Estoy seguro de que ahora hay suficiente para mi
  • Soy un canal de abundancia de dinero, belleza y paz para mi y los demás
  • Mis ingresos son mayores que mis gastos
  • Todo el dinero que gasto vuelve a mi multiplicado
  • Yo merezco amor
  • Yo soy valioso y merezco el éxito en mi vida
  • Una parte de todo lo que gano es para ahorrarlo
  • Cuánto mas me ocupo de mi, mas se ocupan los demás de ellos.
  • Me libero de la escasez en mi vida
  • Comparto mi prosperidad con los demás

Cinco son las corrientes que crean el Río de la Prosperidad. Cada una se asemeja a una serie de frecuencias con las que puedes sintonizar por medio de tus pensamientos, tus sensaciones físicas y tu actividad y experiencias, como si se tratara de una energía que fluye en el interior de un río profundo.
Las cinco corrientes que forman el Río de la Prosperidad son:
1. La Corriente del Feng Shui
2. La Corriente Sensorial
3. La Corriente Emocional.
4. La Corriente Creativa
5. La Corriente Racional.
Estas cinco corrientes siempre circulan por tu vida, y cuando permi­tes que fluyan sin obstáculos y suavemente, crean el Río del Oro. Cada una de ellas se asemeja a una serie de frecuencias que puedes sintoni­zar, una corriente o un ancho de banda de energía que fluye. Imagina que estás sintonizando una emisora en la radio. Lo que haces es sintonizar la frecuencia con la que se difunde, el ancho de banda de las ondas de soni­do de la radio de manera tal que puedes detectar la diferencia cuando te desvías mínimamente de esa determinada sintonía. De la misma manera, también puedes sintonizar cada una de las corrientes y detectar cuándo estás fuera de su cauce.
Cada una de las corrientes puede cambiar su posición respecto a las otras, sea aflorando a la superficie, sea, moviéndose en el fondo del Río del Oro, según si se le da el sitio que merece o no. La mayoría de las per­sonas se concentra exclusivamente en una de las corrientes e ignora las restantes. Imagínate que tratas de vivir con una mano que sólo tiene un dedo. Es posible, pero la vida es mucho más fácil y enriquecedora si los cinco dedos operan y se mueven con libertad.

La Corriente del Feng Shui guía el camino .
El arte chino de la ubi­cación es un sistema que existe desde hace muchos años y exalta los aspectos tangibles e intangibles de un lugar físico, la configuración del flujo del «viento y del agua» de tu entorno. El viento representa lo in­tangible: los pensamientos cognitivos, las intenciones y las emociones. Guarda la misma importancia que el agua, que representa todo aquello que podemos ver, tocar, gustar, oler y oír, así como los movimientos de nuestro propio cuerpo. El Feng Shui es el arte y la ciencia de crear ar­monía, paz, fluidez y abundancia con y para las personas dentro de su en­torno físico.
El Feng Shui es importante por derecho propio, dado que proporcio­na las indicaciones necesarias para saber en qué lugar has ubicado las po­sesiones materiales, el trazado del entorno que te rodea y, dentro de ese entorno, el lugar donde se sitúa tu sector de la riqueza. También repre­senta la energía de las otras cuatro corrientes materializadas en forma física. Tus posesiones materiales y su ubicación son manifestaciones exter­nas de tus energías mentales, emocionales y creativas. Todo lo que piensas y sientes acerca de cada uno de los objetos presentes en el espa­cio que habitas, así como el sentido que tienen en tu vida, se pone de ma­nifiesto en tu entorno.
Para el Feng Shui, los objetos materiales y su ubicación también simbolizan las líneas maestras de tu vida y lo que está sucediendo en y con ella.
Tu Corriente Sensorial funciona tal como cuando te tomas el pulso; percibes todo lo que tus sentidos detectan: la tensión en tus hombros, el cosquilleo en la garganta, la comezón que no te rascas, los dedos que jue­gan con el cabello, el malestar de estómago y el nudo en el pecho.
Esta corriente se centra en el conjunto de las sensaciones táctiles y de los ac­tos de cualquier parte de tu cuerpo que se conecte contigo o con otro.
El hecho de tomar conciencia de que tu respiración ha cambiado o de que has iniciado cualquier movimiento está relacionado con esta corrien­te. Prestar debi­da atención a las sensaciones de tu cuerpo implica que utilices tu Co­rriente Racional, lo que se traduce en una forma excelente de serenarse y calmar el agitado pensamiento de la mente analítica. Sintonizarse con la corriente sensorial de modo tal que sigas en movimiento y respirando, aun un poco, es también una forma de prevenir muchos de los dolores y molestias comunes que solemos sufrir, en especial los dolores de cabeza debidos a las tensiones y la rigidez muscular.

La Corriente Emocional fluye con libertad de una emocióna otra, lle­gando al extremo de inhibirse completamente según la cantidad de inter­acción que tú permitas. Esta corriente energética es como el océano, es decir que cada pocos minutos, las nuevas olas emocionales surgen inclu­so si la anterior todavía no ha desaparecido del todo. Es muy sensible, y si le das espacio, se asocia espontáneamente con las otras cuatro corrien­tes y con los estímulos visuales y táctiles que recibas.
Por lo general, los occidentales pensamos que el hecho de inhibir una de las emociones no tiene impacto alguno en las otras.
Esta creencia de­muestra falta de sentido común. Todas tus emociones se conectan con la misma fuente: tú.
Como todo está conectado, al obstruir la manifestación de una de las corrientes o cerrar la llave de paso para disminuir el cau­dal de salida, reduces la de las demás, creando con el tiempo o bien una acumulación que algún día deberá aflorar, o bien un estancamiento que en un momento dado obstruye al resto.
Tal como las olas, las emociones tienen un principio, una cresta y un final. Detener su ciclo es dejarlo incompleto en tu interior. La consecu­ción de un ciclo es tan simple como el hecho de permitirte vivir plena­mente la ola de una emoción.
¿Alguna vez has pensado en la razón por la que una persona se ve más joven que otra, cuando ambas tienen la misma edad? Averigua si obstruyen o detienen sus emociones o si viven plena­mente su ciclo completo.

La Corriente Creativa
es la expresión de la mente imaginativa y vi­sionaria que considera perfectamente posible un mundo irreal no lineal bajo un cielo lleno de conmovedoras imágenes. De la mano de esta co­rriente creativa, pensamos con nuestros corazones, oímos con nuestros ojos, y vemos con nuestro sentido del tacto. Éste es el lugar de la imagi­nación de los poetas, artistas, escritores y soñadores, y es también aquél donde los empresarios intuitivo s ven sus posibilidades.
Internet existe porque la Corriente Creativa se unió con la Corriente Racional a fin de crear e imaginar un flujo mayor. Decir «Hmmm, me pregunto si.. .», visitar una galería de arte o disfrutar de un paisaje, abre la llave que obstruye el paso de este flujo de energía. Ésta es la corriente que se estimula cuando te relajas. Es una corriente mental que puede aso­ciarse con la Corriente Racional, dejándola que descanse un poco. Imagi­na dos bueyes enyugados, labrando el campo. Dos cabezas y cuatro hom­bros fuertes hacen mucho más trabajo que un buey solitario.

La Corriente Racional es la clásica óptica cognitiva mental que utili­za la lógica intelectual. Pregunta el cómo y el porqué, analiza, hace lista­dos, se propone objetivos que realizar paso a paso, piensa, critica y deci­de si algo o alguien es bueno o malo. Las personas que se consideran a sí mismas «cerebrales» suelen inclinarse por esta corriente. Se debe a la Co­rriente Racional la creación de la mayoría de los aspectos lógicos y de los puntos centrales para el proceso de seguimiento en el terreno de la conta­bilidad, los negocios, la economía, las leyes y la ciencia. Las expresiones tales como «Puedo pensar» o «Seamos racionales» indican el flujo de esta corriente. Decir «No puedo pensar» indica que esta corriente se ha de­tenido, o bien que está alojada en un lugar subterráneo de nuestra con­ciencia.
Tu Corriente Racional puede fluir en círculos con mayor rapidez que cualquiera de las otras, creando lo que se llama una «parálisis del análi­sis». Cuando alguien dice que no puede dormir, o que se está volviendo loco, es con frecuencia señal de un nivel de hiperactividad de la Corriente Racional. El hecho de conectar o sintonizar con las otras cuatro co­rrientes ayuda a esta primera a serenarse. Este enfoque indirecto logra mi­lagros a la hora de tranquilizar la mente
Observemos ahora las corrientes en su conjunto: la Corriente Sensorial y la Corriente Emocional crean una increíble danza con la Corriente Crea­tiva. Piensa en las personas que hacen puenting, pintan, navegan, practi­can windsurf, escriben o cantan a voz en cuello, y tendrás una idea de las posibilidadesque ofrecen estas corrientes. Es posible que la Corriente Racional luche y venza a una o a cualquiera de las otras corrientes insis­tiendo en que son ilógicas, peligrosas y demasiado trilladas. Pero una vez que tu vida se equilibra, puedes discernir una de la otra y apreciar la ri­queza que cada una ofrece. Por ejemplo, la crisis de los cuarenta suele ser una señal de que las otras corrientes piden que les prestes una mayor aten­ción y que las valores.
Sabes que ambas, la Corriente Emocional y la Co­rriente Sensorial fluyen cuando puedes llorar, cantar, reír, suspirar, estre­mecerte, o sentir dolor en el pecho cuando alguien entona canciones nostálgicas.
El Feng Shui se ocupa de crear un recipiente sagrado, y puesto que la pro­tección en tu desplazamiento por las rápidas aguas del río es vital, es asi­mismo importante que te construyas un navío sólido para hacer el viaje. Sólido como una roca y completamente hermético.
Tu espacio es limita­do, en tu navío, tu hogar, tu espacio de trabajo y tu vida. Presta atención entonces y lleva contigo lo más importante. La integridad, la intención, la honestidad y el compromiso son las claves para hacer un viaje seguro río abajo.

INTEGRIDAD. La integridad es como un doble casco de tu navío. Es ahí donde tu pensamiento, tus emociones y tus sensaciones físicas armo­nizan con tus actos y conductas. Por ejemplo, creas integridad cuando lo que dices de una persona es exactamente lo que piensas y sientes acerca de ella. Abandonas la integridad cuando piensas y sientes algo distinto de aquello que expresas. El reto que se presenta aquí es el de encontrar la manera de unir la franqueza y la cordialidad en tu expresión cuando de­bes enfrentarte a un conflicto. Poseer este doble casco implica que puedes superar las rocas y las tormentas a las que se enfrenta tu navío.

INTENCIÓN. En palabras sencillas, tienes éxito cuando navegas por el río hacia la abundancia sólo si tienes la intención manifiesta de lograrlo. Esa intención hace las veces del timón que guía al navío, ese timón ocul­to, silencioso, bajo la línea de flotación, y cuya importancia es vital. Ha­blar de tus intenciones en voz alta, aun a solas, las hará aflorar a la super­ficie de modo que puedas crear una mayor armonía y mejores resultados en tu vida, con mayor abundancia incluida.
Definir una intención es un acto sencillo y a la vez profundo. Se tra­ta de que sintonices con tus sensaciones físicas y con tus emociones. Te serenas, te pones en sintonía contigo e imaginas, por un minuto, el tipo de sensaciones, experiencias y resultados que deseas durante y después de tus proyectos y de tu jornada. Considera lo que podría ser edificante, expansivo, creativo. ", aquellas cosas positivas y aquellas experiencias que querrías como resultado de tus interacciones.
Las intenciones son energías sutiles que guían tu vida. Hablar de ellas en voz alta, aun a solas, alertará y enviará esas vibraciones hacia el universo de modo que coincidan, creen resonancia y aporten mayor ar­monía y buenos resultados a tu vida. Una vez que comiences a definir in­tenciones claras, comprenderás cuántas intenciones flotan bajo tu vida y las vidas de otras personas. Dar estos pasos potenciará tus experiencias en el Río del Oro y el flujo de la abundancia dentro de tu vida.

HONESTIDAD. Son muchas las cosas que encubrimos y que se acumu­lan -cosas que parecen pequeñas y que, sin embargo, dañan la estanqui­dad de nuestro navío-, y luego no sabemos cómo es que «de repente» te­nemos una pila de cosas para reparar. La honestidad con uno mismo favorece la solidez e impide que el navío haga agua. La cuestión central aquí es no mentirse a sí mismo en cuanto a lo que uno siente, piensa y ex­perimenta. Nada debe pasarsepor alto. .
Dejas de ocuparte de los desacuerdos y las discusiones interiores y experimentas todo lo que para ti es verdadero. Tienes una honestidad a toda prueba, porque aun el valor más ínfimo es importante para ti.

COMPROMISO ¿Te has comprometido verdaderamente con esta trave­sía? Para ello, debes estar presente con todo tu ser, reunir toda tu energía, y centrarte de tal manera que puedas dar el primer paso y avanzar rumbo a un determinado destino. Es un acto sutil y, sin embargo, marca un cam­bio enorme en cuanto a tu habilidad para ir hacia delante y crear abun­dancia. O bien estás en condiciones de embarcarte o no lo estás. Esto no guarda relación con el tipo de persona que seas, es simplemente un indi­cativo de tu nivel de compromiso contigo en este momento.

Pregúntate: ¿estoy disponible? ¿He reunido mi energía, me he cen­trado en embarcarme en esta aventura? Si sientes dudas o algún tipo de experiencia emocional, es de hecho una respuesta negativa. Implica que, ahora mismo, no tienes disponibilidad para esta singladura. El compro­miso que adquieres es el pegamento que impide que tu navío se desinte­gre, de modo que embarcaremos sólo cuando hayas decidido comprome­terte a fondo.
La energía que fluye dentro del espacio vital de algunas personas está obstruida, o circula tan lentamente que es necesario liberarla y acelerar su movimiento. En este caso, el primer paso consiste en crear un espacio «racionalizado» , es decir, organizado de tal modo que sea más simple y eficiente.
Otra posibilidad es que la energía del espacio vital se mueva con de­masiada rapidez o se pierda, de modo que hay que tomar medidas para contenerla y disminuir la velocidad de su flujo.
También puede que algún sector del espacio falte o sea insuficien­te; por tanto, habrá que crearlo o agrandarlo.

Existen diversas «curas» de Feng Shui, destinadas a acelerar o dis­minuir la velocidad, evitar la dispersión, concentrar o contener el flujo.
En un espacio armonizado los objetos están ubicados de tal ma­nera que puedes moverte con naturalidad y cambiar rápidamente de di­rección.
Todas las cosas tienen su propia vibración, su propia señal energética de identificació n. Para que la energía se mueva, es necesario tanto un espa­cio libre como la existencia de objetos en el camino.

A mayor cantidad de objetos, a mayor desorden y menor espacio disponible, más se ralentiza­rá la energía, hasta estancarse y finalmente quedar detenida.
¿Nunca co­locaste un objeto en un sitio y un par de semanas después descubriste que había un montón de cosas encima? Es otra variante del tema de que lo se­mejante atrae a lo semejante.
Cuantos más objetos poseemos, mayor es la energía que consumimos para conservarlos. Utilizamos energía para limpiarlos, para tener un techo donde estén cuidados y protegidos, y para asegurarlos contra posibles da­ños o pérdidas.
Si superan una cantidad razonable, nuestras posesiones crean retrasos, consumen nuestra energía o crean un desvío.

Un desvío que tiene la astucia suficiente para alejarnos de nuestro verdadero sende­ro, esto es, del objetivo de nuestra existencia. A partir de la creación de líneas nítidas y de poco o nada de desorden podemos movernos con rapi­dez, detenemos en un cruce y cambiar de dirección sin perder ni el rumbo ni el equilibrio.
Deshacernos de aquellos objetos que ya no nos alegran el corazón es como liberamos de una pesada carga que hemos transportado hasta ese momento, o como tirar lastre por la borda. Tenemos un espacio más amplio y podemos movernos con mayor facilidad.
Poner orden en nuestro espacio no es algo que solemos hacer con placer o frecuentemente. Nos resistimos a tener mayor libertad y mayor flujo.
En la vida, suele ser necesario un detonante para que nos demos cuenta de que poseemos demasiadas cosas a las que hay que quitarles el polvo, además de tenerlas aseguradas.
¿Cuál sería este detonante? Quizás una relación o un trabajo que terminan mal, o un objeto valioso que se rompe. O alguien, por ejemplo tú, que se enferma gravemente.
Son lla­madas al orden, para eliminar los restos del pasado que bloquean el flujo dentro de nuestro espacio y de nuestras vidas.

Desorden. La energía que está a la espera para moverse, está en realidad estancada.
Las cosas que guardas «para algún día» suelen ser las que in­vaden tu espacio. ¿Cómo sabrás que ese «algún día» se anuncia? ¿Sonará una trompeta, o escucharás un trueno?
La energía estancada debe liberar­se para que fluya nuevamente. Ordenar tu espacio también ordena tu mente. Puedes, literalmente, ver con mayor claridad. Tener mayor espa­cio libre implica tener mayores opciones para moverse y reflexionar so­bre otras maneras de hacer las cosas.
Muchas personas se aferran a los objetos materiales, y también a sus emociones, conteniéndolas. Este aferrarse a las cosas supone la existencia de una vibración particular que impide la circulación del flujo de energía.
Deshacerse de un «tesoro» guardado largo tiempo también implica des­hacerse de las emociones que despierta. Por regla general, se trata de la tristeza y del miedo. La mayoría vive preocupada por el miedo y la pérdi­da, lo que expresan con un «¿y si un día lo necesito y ya no lo tengo?».
Asociamos el objeto con la situación y la persona que nos lo dio. Si somos receptivos y fluimos acompañando a las emociones que esta per­sona despierta, podremos agradecerle el regalo, aceptar que ya no nos interesa guardarlo, quizá devolvérselo, o dárselo a un pariente o a otro amigo y desprendemos de él.

También podemos enviarlo a alguna orga­nización solidaria. Cuando nuestra energía emocional no fluye, dar cual­quiera de estos pasos suele constituir un desafío.
Si la persona que nos lo regaló no está ya a nuestro lado, puede que lo conservemos para recor­darla aun si el objeto en cuestión no nos interesa. El desorden va siempre acompañado de emociones estancadas.