La ley de control nos dice que te sentirás positivo en la medida en que percibas que controlas tu propia vida, mientras que te invadirá una sensación negativa cuando notes que no ejerces aquel control o experimentes que tu persona se halla influida de manera notoria por una persona o fuerza externa.
Esta ley o principio está ampliamente reconocido en psicología bajo el nombre de teoría del «lugar de control». Generalmente se admite que la mayoría de los estados de estrés, ansiedad, tensión y enfermedad psicosomática aparecen como consecuencia de sentirse la persona controlada o que no controla alguna parte importante de su vida.
Por ejemplo, si sientes que tu vida está a merced de tus deudas, de tu jefe, de tu delicada salud, de tus malas relaciones o de la voluntad de otras personas, lo más probable es que sufras estrés. Este estrés se manifestará en forma de irritación, enfado y resentimiento y, si no se le pone remedio, evolucionará hacia un estado de insomnio, depresión y malestar físico de varias clases.
Tu lugar de control puede tener un carácter interno o externo. Es decir, te puedes sentir responsable de tu propia vida, feliz, positivo y confiado o, por el contrario, puedes sentirte controlado por otros, impotente, atrapado y víctima.
En cualquier caso, el hacerte con las riendas de tu vida comienza por el control de tus pensamientos, que es lo único sobre lo que puedes ejercer un completo dominio. Lo que pienses acerca de cualquier situación determina tu sentir sobre ella y este sentimiento es lo que determina tu conducta.
La autodisciplina, el autodominio y el autocontrol se consiguen desde el momento en que puedes dirigir tu pensamiento. Ninguna persona o situación puede hacerte sentir algo; solo la forma de pensar sobre una determinada persona o situación te hace sentir eso que sientes.
Básicamente, hay dos formas de controlar cualquier situación que te esté causando estrés o malestar psíquico. La primera es pasar a la acción, enfrentarte a ella y hacer algo para cambiarla; en otras palabras, imponerte a la situación y convertirla en algo diferente. La segunda consiste en desaparecer, quitarte de en medio. Hay veces que puedes recobrar el control apartándote de la persona o de la situación y dedicándote a hacer cualquier otra cosa.
En ocasiones, lo mejor que puedes hacer con una situación que crees incontrolada es que desaparezca. Si has acabado alguna vez alguna relación conflictiva o has dejado un trabajo desagradable, recordarás lo bien que te sientes cuando das por finalizada tu lucha. Desde el momento en que decides no resistir más, empiezas a recobrar tu sentido del control.
La ley de control te explica por qué es tan importante para ti tener decisión y saber exactamente lo que quieres. La confianza en uno mismo que da el sentirse con el control de algo, es lo que nos hace comprender que las personas que tengan un propósito claro y un plan preconcebido siempre tendrán ventaja sobre las que sean indecisas e inseguras.
Haz un examen de las distintas áreas de tu vida utilizando una lista de confrontación mental y entérate de en cuáles te sientes positivo y con control y en cuáles no. A continuación párate a pensar en las cosas concretas que podrías hacer para tener dominio sobre aquellas parcelas de tu vida que te estén causando desasosiego. Piensa también cuáles serían aquellas situaciones que tendrías que dejar de lado para sentirte mejor.
Una de tus mayores responsabilidades es la de llevar tú mismo el timón de tu vida. Este sentido de control es la base en la que te tienes que apoyar para alcanzar un mayor éxito y felicidad en el futuro; asegúrate de que sea sólida como una roca.
Brian Tracy