Nada puede dañarte, sólo tú mismo.
Sé celoso de tu tiempo, porque es tu mayor tesoro.
Todos los grandes éxitos resultan de trabajar y saber perseverar.
Nunca culpes a los demás por tu situación;
eres lo que eres por decisión tuya.
Trabaja todos los días como si fuera el primer día del resto de tu vida y trata con ternura las vidas que tocas, como si todas debieran acabarse a media noche.
Ama a todos, incluso a los que te repudian,
el odio es un lujo que no puedes permitirte.
Aprende que el que da con una mano
recogerá siempre con las dos.
Por encima de todo recuerda que se necesita
muy poco para llevar una vida feliz.
Mira hacia arriba.
Camina siempre adelante.
Aférrate a Dios con sencillez y recorre en
silencio tu sendero hacia la eternidad,
con caridad y una sonrisa.
Todo lo que es de Dios debe volver a Él.
Todos tenemos un poder especial:
La facultad de elegir:
Nosotros somos capaces de gobernar
nuestro propio destino mediante nuestras decisiones: todo, todo está en nuestras manos, gracias a la facultad de elegir.
Dá algo de ti mismo cada día al mundo en que vives, y tu vida aquí estará llena de armonía, satisfacción y amor.
No es necesario que seas rico o famoso o un genio para cumplir tu propio destino, todo lo que tienes que hacer es utilizar tus facultades lo mejor que puedas.
Si eres hábil con el martillo: construye;
si eres feliz sobre las aguas: pesca;
si la pluma es tu vocación: ¡escribe!
La lucha es el único seguro para cualquiera
que debe desarrollar toda su capacidad.
La adversidad no es una maldición;
es una bendición.
Las personas más brillantes son las que han pasado por la prueba y no se han derretido
en el crisol de la tribulación.
domingo, 2 de marzo de 2008
El Don de una Estrella
Publicado por
Mario Amieva Balseca