lunes, 9 de julio de 2007

¡Detente!

De la misma manera que tienes el impulso de hacer algo, detente.

Puedes intentarlo donde sea. Estás tomando un baño; repentínamente date a ti mismo una orden: "¡para!", y detente. Incluso si es solo por un momento nada más, sentirás que se produce en ti un fenómeno diferente. Eres empujado al centro y, de repente todo se detiene, no solo el cuerpo. Cuando el cuerpo se detiene completamente, tu mente también se detiene.

Cuando digas "¡para!", entonces no respires. Permite que todo se detenga... no hay respiración, no hay movimientos corporales. Solo por un momento permanece en este detenimiento, y sentirás que has penetrado súbitamente, con la velocidad de un cohete, en el centro. Y, entonces, incluso un vislumbre es milagroso, revolucionario. Eso te cambia, y poco a poco puedes tener vislumbres más claros del centro. Por eso no se debe practicar la inactividad. Utilízalo súbitamente, cuando no estés atento.

Por ejemplo: Estabas a punto de beber un vaso de agua. Has tocado el agua, el vaso; súbitamente para. Permite que la mano siga allí, permite que el deseo de beber, la sed esté allí dentro, pero tú te detienes completamente. El vaso está afuera, la sed está adentro, la mano está en el vaso, los ojos se dirigen al vaso; para de repente. No respires, no te muevas; como si hubieras muerto. El impulso mismo, la sed liberará energía y esa energía se usa para ir al centro. Serás lanzado al centro. ¿Por qué? Porque cualquier impulso es un moviento hacia fuera. La energía siempre está en movimiento: o bien va hacia fuera o hacia adentro. La energía no puede quedarse estática nunca.

Recuerda tres cosas...una, inténtalo sólo cuando exista un impulso real. Dos, no pienses en detenerte, simplemente para. Y, tercera, ¡espera! Cuando te has detenido no hay respiración, no hay movimiento: Espera y mira qué pasa.

Cuando digo para, quiere decir parar completamente, totalmente. Nada se mueve, es como si el tiempo se hubiera detenido. No hay movimiento; ¡simplemente tú eres!En esta simple existencia, el centro explota súbitamente.

Osho: Tomado de EL Libro de los Secretos