Ser común y corriente
Ser común y corriente es lo más extraordinario del mundo porque todo el
mundo quiere ser extraordinario. Nadie quiere ser común y corriente. Ser
común y corriente es lo más extraordinario. Pocas veces ocurre que alguien
se relaje y se vuelva común y corriente. Si se les pregunta a los maestros
Zen: 'Ustedes qué hacen?', te dicen: ?Recogemos leña en el bosque,
cargamos agua del pozo. Comemos cuando tenemos hambre, bebemos cuando
tenemos sed, dormimos cuando estamos cansados. Es todo?.
No parece nada muy atractivo, recoger leña, cargar agua, dormir, meditar,
comer. Dirás: 'Son cosas comunes y corrientes. Todo el mundo las hace'.
Pero no son cosas comunes y corrientes y nadie las hace. Cuando estás
recogiendo leña, menosprecias esa actividad. Quisieras ser presidente de
algún país. No deseas ser leñador. Menosprecias el presente a cambio de
algún futuro imaginario.
Cuando cargas agua del pozo, tienes la impresión de estar malgastando tu
vida. Te irrita. No estás hecho para cosas tan ordinarias. Estabas
destinado a conducir al mundo entero hacia una paraíso, una utopía.
Son ficciones del ego. Son el resultado de estados de conciencia. Al ser
común y corriente, de repente lo que has llamado trivial deja se ser
trivial, lo que has llamado profano deja de profano. Todo se vuelve
sagrado. El acto de recoger leña se vuelve sagrado. Cargar agua del pozo
se convierte en un acto sagrado.
Cuando cada acto se vuelve sagrado, cuando cada acto se convierte en una
meditación, en una oración, sólo entonces logras penetrar la profundidad
de la vida, y sólo entonces la vida te revela todos sus misterios. En ese
momento te vuelves hábil, te vuelves receptivo. Entre más receptivo seas,
más disponible está la vida para ti.
Es ésta la esencia de mi enseñanza: ser común y corriente... tan común y
corriente que desaparezca todo deseo de ser extraordinario.
FUENTE: OSHO: El Hombre que Amaba las Gaviotas y Otros Relatos, Grupo
Editorial Norma, Bogotá, 2003, ISBN 958-04-7279-3, Pag. 44
viernes, 13 de julio de 2007
Ser común y corriente ...
Publicado por
Mario Amieva Balseca