viernes, 13 de julio de 2007

Hablar a las multitudes ...

Cuando se habla a las multitudes, en principio, son muy indiferentes a lo que se les está diciendo —hay que gritar innecesariamente. En segundo lugar, si no son indiferentes, están en contra— antagonistas, siempre temerosos y protegiendo sus ideas, siempre resistiendo, argumentando. Lo cual es trabajo superfluo. Las cosas sobre las que yo hablo o sobre las que habla Jesús no pueden ser discutidas. Es imposible demostrarlas —solo se puede confiar. Si puedes confiar en mí, puedo explicártelas. Pero la confianza tiene que ser algo totalmente básico. Si no confías en mí, no hay manera de evidenciar nada. En ese caso es una simple pérdida de mi tiempo y del tuyo.

OSHO, El significado oculto de los evangelios, pag. 29