Ayúdame señor, te lo suplico, a entender a mis hijos, a escucharlos
pacientemente y a contestar sus preguntas con amabilidad.
No permitas que los interrumpa y menos que los contradiga sin razón.
Concédeme el valor suficiente para confesarles mis faltas y pedir su
perdón cuando les haya hecho algún daño.
No permitas nunca que hiera con mis actos sus sentimientos.
Evita que me ría de sus errores o que los castigue avergonzándolos o
poniéndolos en ridículo y sobre todo te pido, Señor, que nunca
descargue en ellos mi ira tan solo para satisfacer mi egoísmo.
Jamás permitas que los induzca a mentir o robar.
Hazme cada día más humilde y que deje ya de sermonearlos
continuamente.
Guíame hora tras hora para que pueda confirmar, por lo que diga y
haga, que la honestidad es fuente de felicidad.
Cuando me salga de mis casillas, ayúdame Señor a contenerme.
Hazme tolerante con los pequeños errores de mis hijos, pero dame luz
para ver las cosas buenas que ellos hacen.
Pon siempre en mis labios la palabra justa cuando merezcan elogios.
Ayúdame a tratarlos de acuerdo a su edad.
No me permitas que exija que razonen como adultos y que tengan el
juicio que solo la experiencia da.
Permíteme que pueda concederles todas las satisfacciones que sean
razonables, pero dame el valor suficiente para negarles cualquier
privilegio que pueda perjudicarles.
Señor, ayúdame a cumplir con el deber de educar a mis hijos.
jueves, 24 de enero de 2008
Ayúdame señor a entender a mis hijos
Publicado por
Mario Amieva Balseca