viernes, 18 de enero de 2008

El Sendero del Mago


Deepak Chopra
El mayor bien que puedes hacerle al mundo es convertirte en mago.
Era el último día que pasarían juntos. El joven Arturo estaba parado al lado del camino que conducía hacia afuera del bosque. Mirando por encima del hombro trató de ver el claro de Merlín, pero éste había desaparecido. Un espeso parche de bosque, que había crecido de la noche a la mañana, se lo había tragado y, con él, la entrada a la cueva de cristal. Arturo sintió el vacío de la pérdida, seguro de que ésta afectaría a todos los mortales y no solamente a él.
- "No regresaré jamás, ¿verdad?", preguntó. Merlín, quien se encontraba a su lado, sacudió la cabeza.
- "No hay necesidad de que lo hagas. Ya terminaste conmigo".
- "Dudo que algún día pueda terminar contigo", pensó Arturo. Le parecía que incluso después de tantos años de entrenamiento, tenía muchas más cosas que preguntarle a su maestro que el primer día. Leyendo su mente, el mago dijo:
- "Quise darte un obsequio de despedida y no se me ocurrió nada mejor que esto". Señaló el camino sobre el cual estaban parados, el cual también había aparecido de la noche a la mañana.
- "Los senderos son la señal del mago. ¿Sabías eso?"
- "Entonces recuerda mis palabras. Un mago es alguien que enseña alejándose y cuando tú mismo puedas alejarte, serás un mago. Aunque creas poseer una parte de esta tierra, en realidad sólo caminas sobre ella. En espíritu eres el polvo del camino, la inquietud del viento. Ustedes los mortales construyen casas para protegerse del mundo. Para un mago, el hogar es este momento, y los momentos siempre están en movimiento.. ."
- "Por el camino del tiempo", añadió Arturo terminando la frase. Conocía de memoria muchas de las enseñanzas de Merlín.
- "Sí", convino Merlín. Los dos guardaron silencio. El muchacho miró por el rabillo del ojo para ver si Merlín estaba triste o por lo menos acongojado por su partida. La expresión del mago no denotaba ni una cosa ni otra.
- "Veo que no me crees del todo", dijo Merlín. "Pero alejarte de mí es en realidad el mejor obsequio que puedo darte". Y con eso, los indecisos pies del muchacho comenzaron a andar. Había un recodo a noventa metros de distancia y cada paso que Arturo daba hacia él parecía cambiarlo un poco. Los años que había pasado al lado de Merlín parecían desvanecerse en un sueño, al tiempo que aumentaba su curiosidad por conocer el mundo.
Para cuando llegó al recodo, no pudo resistir las ganas de ver lo que había más allá. Toda la acción y el deseo de un mundo que nunca había conocido se convirtieron en algo de lo cual ansiaba ser parte; ahora sus pies volaban en su anhelo de salir del bosque. La imagen del propio Merlín se diluyó en su mente hasta quedar solamente una voz que decía: "Te he llevado a los lugares recónditos de tu alma. Ahora deberás encontrarlos nuevamente, esta vez por ti mismo". Al cabo de un momento, también la voz se desvaneció. El muchacho pasó el recodo, levantó el polvo con un salto de alegría y sonrió. En ese momento supo que cada vez que viera un camino pensaría en Merlín.
Para Comprender la Lección.
Andar un camino es señal de desapego, y los magos enseñan que la verdadera libertad está en el desapego. Una persona libre vive en el espíritu, de la misma manera que el mago, y puede hacer mucho más bien que el que podría hacer por fuera del espíritu.
Nuestra sociedad no acepta aún este punto de vista, porque usted y yo y todas las personas a quienes conocemos hemos sido condicionados para pensar de otra manera. Estamos apegados todo y creemos que lo que hace funcionar la vida es el apego.
Nuestro sentido de apego comienza con nuestra relación con esta Tierra. Los mortales, dicen los magos, viven bajo la ilusión de que son dueños del mundo y controlan su destino. Desde el punto de vista de los magos, el mundo tiene un espíritu que supervisa nuestro bienestar; vivimos al abrigo de ese espíritu y tenemos la capacidad de forjar nuestro propio destino. Pero no es posible poseer o controlar al espíritu.
- "¿Deseas poseer el mundo entero, no es así?", le preguntó Merlín a Arturo.
- "No, creo que no", replicó el muchacho.
- "Ah, si lo deseas, créeme. Ustedes los mortales son como la chispa que ha de incendiar todo un campo algún día. La chispa parece insignificante, pero se disemina cada vez más".
- "¿Quieres decir que destruiremos el mundo?", preguntó Arturo.
- "Eso depende. No es posible destruir el espíritu y si llegas a considerarte un espíritu, te unirás al espíritu de la Tierra. La alternativa es hacer caso omiso del espíritu y, si optas por ese camino, esta Tierra no te interesará para riada. Su dolor no apelará a ti".
Merlín señaló una gran roca.
- "Patéala", dijo.
Arturo obedeció.
- "¡Ay!", se quejó.
- "Raro", comentó Merlín. "Fue la
roca la que recibió la patada y, no obstante, fuiste tú quien gritó".
- "¿Qué tiene eso de raro?", se quejó Arturo, sospechando que el mago lo había hecho patear más fuerte de lo que él había planeado.
- "Esta fue una lección sobre el espíritu. Cuando pateaste la roca, te lastimaste a ti mismo. La roca no protestó, porque la Tierra jamás lo hace. Ella está segura en el espíritu. La lección de la Tierra para ustedes, los mortales, es su seguridad en el espíritu. Pero si sientes ira a causa de tu lesión, la cual la roca se limitó a devolverte, tenderás a hacer caso omiso del espíritu. Querrás aplastar la roca, destruirla y utilizarla para tu beneficio, todo porque la Tierra es lo suficientemente gentil como para no gritar cuando la lastimas".
Es parte de la naturaleza del espíritu no protestar. No hay forma de lastimar al espíritu, y aunque los humanos hemos causado un daño asombroso a la Tierra, el resultado final siempre será que acabaremos dañándonos a nosotros mismos. No respetamos nuestro propio espíritu. Nos vemos a nosotros mismos con temor e ira.
- "Has perdido la fe en la fe", dijo Merlín. "Pareces no confiar en la confianza". Lo que esto significa es que las cualidades del espíritu, entre ellas el amor, la fe, la confianza, deben conocerse y experimentarse para que sirvan de algo.
La mayoría de las personas batallan contra su voluntad; recurren al miedo y a la ira porque sienten que esos son los caminos que les han sido impuestos. La voluntad para vivir en paz depende de no dejarse guiar por esas energías negativas, y eso sólo puede lograrse siguiendo el sendero del mago. "Si deseas hacerle bien al mundo, abandona todo tu egoísmo y conviértete en mago", decía Merlín. "Si deseas hacerte bien a ti mismo, sé completamente egoísta y de todas maneras conviértete en mago". Aunque esto puede sonar paradójico, en últimas todo espíritu es espíritu. Todos vamos por el mundo como individuos, pero también como parte de la Tierra. Por lo tanto, en la medida en que nos reconquistamos, recuperamos al mundo.