martes, 19 de junio de 2007

Lo que nos perdemos por mirar al suelo en el ascensor

La mayor fuente de inteligencia no está en ti, por muy bien que uses tu inteligencia. La mayor fuente de inteligencia está en las personas que te rodean.

Avanzamos, nos desarrollamos y pulimos nuestra inteligencia cuando aprendemos de otros, cuando hablamos con otros, cuando leemos a otros. Las personas son el mayor tesoro que tenemos a nuestra disposición. Si no conocieras nuevas personas, dentro de diez años seguirías pensando lo mismo y estarías situado en el mismo sitio.

Hoy me he desplazado en un autobús urbano. Y lo he pensando. He pensado que si hubiera podido hablar con cada una de las personas que iban en aquél autobús, mis conocimientos habrían aumentado de forma considerable. Cada una de esas personas tiene una experiencia, algo que domina, algo sobre lo que tiene maestría.

Y lo he hecho. He hablado con una chica que estaba sentada a mi lado. Llevaba una funda de algún instrumento de cuerda y le he preguntado qué instrumento era. Me ha dicho que era profesora de viola en el conservatorio y que la viola que llevaba metida en aquella funda era del siglo XVIII. En los diez minutos que hemos recorrido juntos hemos hablado de música, de Bach, de la educación musical.

Pero estoy seguro de que cada una de las personas que iban en aquél autobús tenía una interesante historia que contar. Conocemos a muchas personas, pero casi no hablamos con ellas. Pasan a nuestro lado y no hablamos con ellas. Incluso hablamos poco con las personas con las que hablamos, porque hablamos de cosas superficiales.

— ¿Qué tal estás?
— Muy bien, ¿y tú?

Cada persona tiene un mundo en su interior que desconocemos.

Conozco a Ángel desde la infancia. Siempre habíamos hablado de tonterías. Un día, por pura casualidad, me enteré que Ángel, cuya profesión es carpintero, es uno de los mayores expertos en arte medieval sacro, autor de docenas de libros, conferenciante y ponente en todos los congresos que se celebran en el mundo sobre la materia. Ángel es muy conocido en los ambientes relacionados con el arte, pero era un desconocido para mí. Lo tenía al lado, pero yo estaba desperdiciando sus enormes conocimientos.

Lo mejor que podemos hacer es conocer a muchas personas, cuanto más diferentes sean de nosotros, mejor. Tendemos a relacionarnos con personas afines, con personas que coinciden con nosotros. Nos perdemos la diversidad, oír nuevas formas de pensar o de ver la vida. El mundo está lleno de personas interesantes. Muchas de ellas viven a tu alrededor.

Inteligente es la persona que se rodea de personas diferentes a él, de personas que tienen una formación académica distinta, que tienen otras culturas, otras religiones, otras lenguas, otras ideologías.

Ricardo Ros http://www.pnlnet.com/