Un Rey soñó que había perdido todos los dientes.
Después de despertar, mandó llamar a un Sabio para que interpretase su sueño.
- ¡Qué desgracia mi señor! - exclamó el Sabio - Cada diente caído representa la pérdida de un pariente de vuestra majestad.
- ¡Qué insolencia! - gritó el Rey enfurecido - ¿Cómo te atreves a decirme semejante cosa?
¡Fuera de aquí!
Llamó a su guardia y ordenó que le dieran cien latigazos.
Más tarde ordenó que le trajesen a otro Sabio y le contó lo que había soñado.
Este, después de escuchar al Rey con atención, le dijo:
- ¡Excelso señor! Gran felicidad os ha sido reservada.
El sueño significa que sobrevivirás a todos vuestros parientes.
Se iluminó el semblante del Rey con una gran sonrisa y ordenó que le dieran cien monedas de oro.
Cuando éste salía del Palacio, uno de los cortesanos le dijo admirado:
- ¡No es posible! La interpretación que habéis hecho de los sueños es la misma que el primer Sabio. No entiendo porque al primero le pagó con cien latigazos y a ti con cien monedas de oro.
- Recuerda bien amigo mío - respondió el segundo Sabio – que todo depende de la forma en el decir... uno de los grandes desafíos de la humanidad es aprender a comunicarse.
sábado, 9 de febrero de 2008
El Sabio y el Rey
Publicado por
Mario Amieva Balseca