Por Gaby Vargas.
Te propongo un reto de 21 días. Se trata de algo que, de lograrlo, haría de nuestra vida algo mejor. Tendríamos mejor salud, menos enfermedades, mejor ánimo, menos dolores, más autoestima, relaciones más satisfactorias: seríamos personas más felices y serenas.
No, no consiste en ejercicio, una dieta o dejar de fumar. Tampoco se trata de una promesa barata. En verdad, créeme que si alcanzamos el objetivo, nuestra vida cambia. Seis millones de personas en el mundo ya lo han logrado, aunque suene a frase de 'infomercial'.
Es un plan muy simple creado por la organización llamada A Complain Free World, fundada por el pastor Will Bowen, quien, en el sermón matutino de un domingo, invitó a su congregación a iniciar este reto de tres semanas. Es algo muy simple: No quejarse, no criticar y no contar chismes de nadie. ¡¡¿¿Te imaginas??!!
Para probar que hablaba en serio, Bowen les repartió a todos una pulsera morada para que, en el momento que se sorprendieran en la queja, en la crítica o en el chisme, se cambiaran la pulsera de muñeca -para hacerlo consciente- e iniciaran otra vez el conteo.
Varias de las personas que participaban del reto, y que decían no quejarse mucho, se dieron cuenta de que lo hacían un promedio de ¡20 veces al día! Contaminación auditiva pura.
Quejarnos se ha convertido en una epidemia. ¿Has notado cómo, cuando nos quejamos del clima, de la seguridad, de nuestro cuerpo, de la gripa que tenemos, de que el dinero ya no alcanza, y demás, lo único que logramos es sentirnos peor? Y si al menos sirviera para solucionar algo... pero todo lo contrario. Significa enfocar nuestra atención y energía en las cosas que NO queremos, y no en las que SÍ queremos.
¿Por qué 21 días? Porque así como un huevo de gallina tarda 21 días en formarse, también se requiere lo mismo para formar una nueva conducta o un hábito en el hombre.
¿Y si la critica la pienso pero no la digo, cuenta?
No, gracias a Dios no cuenta. Sólo si sale de nuestra linda boquita. Quienes lo han logrado, reconocen que fácil no es, sin embargo, comentan que después de las tres semanas o más que necesitaron, dejas incluso de criticar con la mente... ¿Será? La clave es no darnos por vencidos.
Te invito a que empecemos ahora. No necesitamos tener una pulsera, cualquier objeto es bueno: el reloj, poner una piedrita o una moneda en la bolsa del pantalón, cambiar un pisapapeles de lugar, lo que sea... Lo que importa es darnos cuenta. Nuestras actitudes y nuestras palabras sólo reflejan lo que pensamos. Así que, ¿qué vida queremos?
Nos quejamos por la misma razón por la que hacemos cualquier cosa: recibimos un beneficio a cambio. Creemos conseguir atención, justificación, aprobación o la simpatía del otro. Como cuando, de chicos, nos hacíamos los enfermos para no ir al colegio el día del examen (que, por cierto, la salud es un tema taquillero en la lista de quejas). Pero, ¿a qué costo? Los doctores estiman que dos terceras partes de las enfermedades se generan ¡en la mente!
Te invito a que cambiemos lo que decimos. Dejemos de quejarnos, de criticar y de propagar chismes, que lo único que hacen es dañar a otros y a nosotros mismos. Modifiquemos lo que pensamos, para no atraer más de lo que no queremos.
Dicen que, para lograr una meta, es importante hacer el compromiso con alguien, así que en el momento en que escribo esta columna comienza mi reto y me comprometo contigo, querido lector, lectora, a lograrlo. Si quieres enviarme el tuyo, bienvenido.
Intentemos hacer de este mundo algo mejor.
jueves, 28 de febrero de 2008
Un reto que cambiará tu vida.
Publicado por
Mario Amieva Balseca