viernes, 1 de febrero de 2008

Siempre hay un nuevo amanecer

"Lo único inmutable es que todo es mutable"
Platón


Eso es lo que afirma el I’Ching, el milenario Libro de las Mutaciones del Taoísmo chino. Habitamos un Universo en el que el cambio es la constante y sin embargo, a pocas cosas nos resistimos tanto como a cambiar. Algunas personas incluso, prefieren mantener las cosas tal como están, aunque ello les suponga continuar sufriendo o vivir muy por debajo de sus verdaderas posibilidades. Como mucho, cambian sin cambiar, hacen “como si” cambiaran y maquillando su realidad creen que la han modificado. Se resisten a traspasar los límites que ellas mismas han establecido. Esto me hace recordar lo que sucede con las liebres y su sentido del territorio.

La liebre marca su territorio y jamás sale de él. En él se siente segura, en casa. Si aparece un zorro y la persigue, ella corre y corre ... ¡hasta llegar a los límites de su territorio! En ese momento se paraliza y el zorro la atrapa. Prefiere ser devorada antes que ir más allá de los límites que ella misma estableció. A muchas personas les sucede algo similar. Yo soy así, mi vida es así, me satisface tal cosa, no me gusta tal otra, mis costumbres son estas, mis ambiciones son tales, mi ocupación es esta, mis posibilidades son estas, mi vida de pareja es así, debo conformarme con lo que tengo, etc, etc., etc. Y a veces prefieren malvivir, con tal de no ir más allá de los límites autoimpuestos. Y se sienten mal y no encuentran la razón para su malestar. No obstante, esas personas por mucho que se esfuercen, no podrán mantener sus vidas en un estado de suspensión, porque sus Almas querrán otras cosas.

El Alma, tu Alma, mi Alma, quiere que seamos felices, que vivamos en plenitud, que gocemos, que la alegría, la abundancia y el amor sean presencias constantes en nuestras realidades. Y para lograr su objetivo, tu Alma genera circunstancias de cambio en tu vida. Estas circunstancias pueden ser internas o externas o ambas a la vez. Son internas cuando experimentas sentimientos de dolor (y el dolor también puede llamarse depresión, enojo, desesperanza, apatía o tristeza). Son externas cuando suceden hechos en tu mundo personal (te separas, te despiden del trabajo, sufres una pérdida importante, surge una crisis imprevista en cualquier ámbito). Tanto las circunstancias internas como externas, son en realidad bendiciones disfrazadas de problemas, recursos de enseñanza para que seamos cada vez más plenos y generalmente cuando se presentan como situaciones difíciles es porque nos hemos estado resistiendo a “enterarnos” de la necesidad del cambio.

Plutón es en Astrología, el mayor símbolo del cambio. Y la gran particularidad de Plutón, es que provoca los cambios sí o sí, los quieras o no los quieras. Por lo tanto, lo mejor es que cuando un área de tu existencia esté en crisis y necesitando cambiar fluyas con ese cambio y de ese modo será más fácil y constructivo.

“Háblame de la vida, le pidió el discípulo al Maestro.
La vida es como un río, Respondió el Maestro. Y existen sólo dos maneras de introducirse en él.
Hay quienes se internan en el río y se dedican a mover frenéticamente sus brazos y piernas, tratando de luchar contra la corriente. ¿Y qué sucede con esas gentes? preguntó el discípulo.
Terminan en el mar, contestó el Maestro.
También hay quienes se internan en el río, observan la dirección de la corriente, confían en ella y se dejan conducir moviendo sus brazos y piernas sólo lo necesario.
¿Y qué sucede con esas gentes? Terminan en el mar.
Pero entonces no hay diferencias, exclamó el discípulo.
Si la hay y muy importante, aclaró el Maestro. Como todos los ríos desembocan en el mar, también el río de la vida culmina en el mar.
La diferencia es que para quien se la pasó luchando contra la corriente, la travesía fue puro sufrimiento y llegará al mar exhausto, enojado y frustrado ... en tanto que quien se dejó llevar gozó de la travesía y llegará descansado, alegre y en paz.
Observa tu realidad y trata de darte cuenta de qué cambios estás necesitando y confía en que serán para tu bien. Reconoce tus sentimientos y tómalos como invalorables indicadores de tu realidad interna. Mira atentamente lo que está sucediendo en todas las áreas de tu vida. Siempre hay un nuevo amanecer.